El Partido Popular, un peligro para la democracia

He leído este artículo y como no, yo siempre he creído lo mismo. Por eso lo reproduzco para que lo compartais.
El PP és un autentico peligro para nuestra joven democracia. No creen en España ni en nada que no sea obtener el poder para medrar. La muestra la tenemos cada día.

Ni siquiera les importa la tan defendida unidad de España. Con tal de llegar al poder no le harian remilgos a hacerlo en una España amputada.


Si resucitaran Dashiell Hammett y Raymond Chandler, genios de la novela negra, no hundirían sus plumas en la tinta del hampa de Chicago o Nueva York. Les bastaría con seguir las andanzas de políticos y conmilitones del partido popular.



No hablamos de Brooklyn, sino de Alicante. No es Chinatown, sino Madrid, Castellón, Boadilla, espías de quita y pon, inauguraciones millonarias fantasmas, privatizaciones a granel…

Y el PP, al igual que los delincuentes perfilados por Chandler y Hammett, pretende lavar su mugre y desvergüenza escupiendo duda y mala baba hacia la policía y los jueces.

A los rufianes novelescos les importaba muy poco el deterioro de la judicatura, la gendarmería o cualquier otra institución pública con tal de engordar el caldo de sus pillajes. Al PP le ocurre lo mismo. Desprestigian las instituciones básicas del Estado y convierten en un problema a la clase política si ello les permite extender los tentáculos del pulpo de la corrupción (no lo confundamos con el simpático Paul) que asfixia el bienestar de millones de ciudadanos.

Así, el PP intenta estos días desviar el zoom que apunta hacia unos golfos (ah, sí, presuntos) que tejen y destejen recalificaciones, adjudicaciones, contratos públicos amañados (sí, sí, presuntamente)… un black hole que absorbe millones de euros que deberían emplearse en buenos hospitales, dependencia, colegios con adecuadas instalaciones, empleados mejor pagados, pensiones, infraestructura, seguridad ciudadana…

Para que los focos no apunten a la canalla, el PP no duda en arrojan cortinas de humo en forma de “detenciones cinematográficas” o irregulares “fraguadas en despachos ministeriales”, conspiraciones, “cacerías políticas”, persecuciones judiciales... lo que sea con tal de desviar la atención del meollo: las entrañas de un partido corroído por la corrupción, el babeo por el poder y la orfandad de escrúpulos.

“En tiempos del PP estas cosas no ocurrían“ aseguró Rajoy el jueves. Evidentemente… ¿cómo iba el PP a perseguirse a si mismo? La UDEF (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal) no existía en los tiempos de Aznar. Fue creada en el seno de la Comisaría General de Policía Judicial en abril de 2006.

En los tiempos del PP lo que ocurría era que una pléyade de Correas y “Bigotes” chapoteaban en las cloacas del dinero negro y la podredumbre aunque después plancharan sus trajes para asistir a bodas fastuosas en El Escorial.

El gobierno siguiente lo que intentó, y consiguió, fue potenciar en medios humanos y materiales la lucha contra los delitos económicos, incluida la corrupción. Ciertamente, por muchas armas y droga que se incauten, nada se arreglaría sin pulverizar el entramado financiero y las sociedades de blanqueo de dinero.

Y aquí topamos con turbias contrataciones públicas, recalificaciones a favor de amigos, sobornos, tráfico de influencias. ¿Qué hace, entonces, el PP? ¿Arrojar luz? ¡Pues justo lo contrario! Poner en cuestión la actuación de la policía o los jueces mediante una partitura desafinada de “cacerías políticas”, conspiraciones y exabruptos.

En este sentido, el PP no solo es un peligro para la democracia por sus casos de corrupción, sino por la erosión que provoca en instituciones vitales para el pulso del corazón del Estado.

La corrupción, en si misma, es una cáncer para la convivencia democrática, toda vez que los recursos que deberían fluir hacia una sanidad pública y de calidad, una educación laica y bien dotada, carreteras seguras, infraestructuras modernas, pensiones dignas, aplicación rápida de la ley de dependencia… todo queda ahogado en la grasa choricera.

Y, por otra parte, nunca debemos olvidar que la sociedad moderna no se sustenta en demiurgos ni en revelaciones del más allá, sino en la confianza que inspiran unas instituciones robustas y limpias.

Cuando estos andamiajes dejan de generar confianza, se pudren, Y cuando se corrompen los armazones de un edificio, éste se derrumba. Pero al Partido Popular eso parece importarle muy poco.

Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor

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