LA ESCLAVITUD QUE NOS OPRIME
Leer cada día en los diarios noticias de chicas jóvenes que son, materialmente, raptadas en sus países, vendidas por familiares o engañadas para luego ser obligadas a prostituirse todas las horas del día, cada semana y durante años, me estremece. No soy capaz de ponerme en su piel, no puedo. Vivir con las palizas, el miedo, la humillación diaria, las amenazas de muerte hacia ellas o sus familiares. "El horror", como decía el coronel kurtz. La capacidad de maldad del hombre, su infinito desprecio y su carencia de la más mínima humanidad.
Cuando no vives atrapado en un infierno tal, tiendes a pensar que las sociedades pueden ser justas y sanas. Que los valores humanos son un derecho inherente a las personas que todos respetamos o debemos hacerlo. Podemos aceptar en una sociedad imperfecta, como lo son todas, cierto nivel de delito: el hurto, el robo,... cuando lo vemos como una necesidad derivada de las deficiencias del sistema incapaz de satisfacer las necesidades mínimas. Pero cuando te enfrentas, al asesinato por encargo, las bandas organizadas (mafias) que trafican con todo incluidos seres humanos, la muerte por diversión (me viene a la mente el caso de Sandra Palo) no soy capaz de aceptarlo mentalmente. Simplemente por que soy incapaz de comprender.
La violencia nos atrapa y nos envuelve y si las sociedades avanzadas no son capaces de darle solución, sin contemplación, entonces no solo perdemos la batalla, perdemos la guerra toda. Es entonces cuando volvemos a la barbarie, a la ley del más fuerte, al fin de las sociedades y la vuelta a la tribu.
Volviendo a las chicas agredidas sexualmente día tras día, apaleadas y vejadas, no puedo más que responder visceralmente contra sus agresores. Contemplo como cada día en el mundo mueren 30.000 hombres y mujeres, la mayoría niños, de hambre. No son ni asesinos, ni violadores, ni violentos y son vilmente asesinados por las circunstancias de su nacimiento. Pienso en por que estos no merecen la vida, en porque no hacemos el esfuerzo necesario por ellos cuando sí somos capaces de respetar la de la escoria que nos esclaviza.
Pienso también si no deberíamos girar las tornas.
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BERNAT ROCAFORT