LA ESCLAVITUD QUE NOS OPRIME
Leer cada día en los diarios noticias de chicas jóvenes que son, materialmente, raptadas en sus países, vendidas por familiares o engañadas para luego ser obligadas a prostituirse todas las horas del día, cada semana y durante años, me estremece. No soy capaz de ponerme en su piel, no puedo. Vivir con las palizas, el miedo, la humillación diaria, las amenazas de muerte hacia ellas o sus familiares. "El horror", como decía el coronel kurtz. La capacidad de maldad del hombre, su infinito desprecio y su carencia de la más mínima humanidad. Cuando no vives atrapado en un infierno tal, tiendes a pensar que las sociedades pueden ser justas y sanas. Que los valores humanos son un derecho inherente a las personas que todos respetamos o debemos hacerlo. Podemos aceptar en una sociedad imperfecta, como lo son todas, cierto nivel de delito: el hurto, el robo,... cuando lo vemos como una necesidad derivada de las deficiencias del sistema incapaz de satisfacer las necesidades mínima...